Antonio Escobar Mendivez
Tu diente dibujó
la herida,
con la sangre
que horadó mi alma,
Tu garra,
desgranó mi pecho,
suavidad del amor,
delicado rostro
de corola.
¿Hasta cuándo
el cuchillo
de tu voz zahiriente,
tus pasos ajenos
a la dicha,
han de ser espina de pial
en mi paisaje?
miércoles, 18 de julio de 2007
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