Por Antonio Escobar Mendivez
No quise
rozar
con mis espinas
tu dolor
garuando
en el crepúsculo.
Tampoco
ser camino
sin huellas.
Sino
volverme
aroma
para tus tardes
dulces
y después
ser
un ave
cantando
en la ventana
de tus ojos
miércoles, 9 de mayo de 2007
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