sábado, 24 de marzo de 2007

DOMINGO

Ròbert Jara
(Guadalupe, La Libertad-Perù)

Domingo
ya no te extraño
ya no
allá en Perú eras maicito de trueque
aquí
cómplice que auspicia misas mientras voy asolando

¿Por qué domingo
permites que la sombra se hunda en mis costillas
y la ubre destile jirones?

¿Por qué domingo
permites que mi respiro sea utópico
parturiento
verbo de humo bajo lluvias adeudadas?

Domingo
mejor fumemos mi ceniza y su nervio latente
ya no seas más zumo de fresca cebolla
ya no dejes que mi zapato intuya diplomáticos sepelios
ya no dejes que odie de antemano al orador y al lustrabotas

Cansado estoy
domingo
ni a ti importarle tan siquiera
con tu olorcito a sahumerio y arrocito macollado
aún así me adelanto al homicidio heredado
despacito
así
prefiero suicidio tortuga
tortuga coja y procesionando
¿entiendes?

Cuánto te extraño maldito domingo
y de trueque
y de sangre
y más mucho más cuando se yergue la herencia colectiva
recreo de niños que destiñe
sal de azúcar misa de fiesta
semental de razas bravías
y más con tus misas
y más con tus tardes de fútbol
y de siesta

Aún así
ahorro mis lunes y mis martes… y mis sábados
completos sudando tu distancia
recuerda que sin ti la soledad es más obesa
mucho más que cuando estoy sin migo
y no hallo silla donde sentarme
y espléndido espero ¡ah…!
tu madrugada domingo
hum… que rico sabor de nostalgias
benévolos mercados y sonrisas truncas
que pronto se diluye al doblar de las campanas
y los pasos vespertinos
que se alejan



***



Sé que vendrá ese par de meses blancos
a divertirse conmigo
con sus tijeras

Oigo venir a ese par de meses blancos

y quizá no le baste recordarme el desuso de mi nombre
la inutilidad de mis dientes
la inutilidad indudable de mis bolsillos
y lo prescindible que resultan mis huesos
por aquello de divertirse a lo grande
mientras tiento capullos en la arena

Sé que vendrá ese par de meses blancos
la historia es dictadora
pero yo lo burlaré
qué importa
nutriéndome de la sonrisa huraña y forastera
de mi voz desorejada
de tu voz sin nervios ni músculos


***

Quién no huele mi preñada soledad
esa tibia ubre que arreamos a putear a la oreja y a la calle

Quién no la posee
con descaro entre partos inaudibles
camaleónica
pies de espuma y de vapores
arcoírica
besuqueando su sonrisa de humo
profanando sus legañas matinales
su volcán soñoliento
su luz de trabajo

La soledad
ese robert jara ahebrado de rendijas
pienso que jamás va a despreñarse de su anhelo
tu anhelo mítico que hiberna

Total
ya no busco compañía si no tan sólo auto acompañarme
mordido por la única luz que soporto tus rajas de sombra

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