Antonio Escobar Mendívez
Eras plantita
floreciendo,
al ritmo primaveral de la ternura.
Amaba tu inocencia de gaviota,
tu vocecita dulce,
tu forma de botella ornamental,
tus pisadas de aroma,
tus besos infinitos.
Tu cuerpo estaba hecho a mi medida,
como suave sandalia.
En las tardes,
tus manos
deshojaban caricias
y tus palabras eran la explicación del paisaje.
Te dije que eras una arañita
y buscaba en tu piel la repetición de la brisa.
El mar garuaba nuestros rostros con su espuma.
Te fuiste con el viento.
Ahora eres recuerdo
o golondrina bañada de silencios.
lunes, 13 de agosto de 2007
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